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Un dolor de cuello se la llevó a un diagnóstico de cáncer de ovario – dos veces
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Durante un entrenamiento de rutina, Erika Guay sintió un chasquido en el cuello cuando levantaba pesas por encima de la cabeza. Lo que pensó que podía ser una rotura de ligamentos resultó ser algo potencialmente mortal: un cáncer de ovario en estadio 4. Se había extendido a los ganglios linfáticos. Sólo tenía 43 años.
Ahora, a los 48 años, luego de una recurrencia de la enfermedad, la Sra. Guay no tiene cáncer. Atribuye su buena salud a su propia fe y fortaleza, junto con la sofisticada atención de un equipo de expertos del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York, donde se le diagnosticó por primera vez, y de Baptist Health Miami Cancer Institute, donde fue tratada por segunda vez.
(No dejes de verlo: Erika Guay habla de su diagnóstico de cáncer de ovario y de por qué recomienda las pruebas genéticas para su hija. Video en inglés por Eduardo Morales.)
Según la American Cancer Society, cada año se diagnostica cáncer de ovario a unas 20,000 mujeres en los Estados Unidos. Aunque es el cáncer del sistema reproductivo femenino que causa más muertes, los avances de la última década han mejorado significativamente los resultados para las pacientes.
Incluso entre el primer diagnóstico de la Sra. Guay en 2018 y su recurrencia en 2020, las opciones de tratamiento se habían ampliado. "Ahora tenemos inmunoterapias y una nueva clase de medicamentos llamados inhibidores de PARP", dice John Díaz, M.D., jefe de oncología ginecológica de Miami Cancer Institute. "Y este año se ha aprobado el primer conjugado anticuerpo-fármaco para el tratamiento del cáncer de ovario recurrente. Es un momento emocionante en el tratamiento de esta enfermedad. Tenemos muchas más opciones para nuestras pacientes que en el pasado".
John Diaz, M.D., jefe de oncología ginecológica de Baptist Health Miami Cancer Institute
Llamado un "asesino silencioso", el cáncer de ovario suele presentar pocos o sutiles síntomas y no existen pruebas de detección eficaces. "Las pacientes pueden experimentar algunas molestias abdominales o dolor pélvico al principio, pero estos son síntomas que muchas personas experimentan", dice el Dr. Díaz. "Si los problemas son persistentes o empeoran, es necesario acudir al médico de atención primaria o al ginecólogo. Realmente se necesita una paciente que esté sintonía con su cuerpo y un médico que esté escuchando a su paciente para encontrar esto".
Síntomas y factores de riesgo
Además del dolor abdominal o pélvico, otros síntomas pueden incluir:
· Distención abdominal
· Dolor de espalda
· Sensación de saciedad rápida al comer
· Sangrado vaginal – en particular después de la menopausia
· Micción más frecuente o urgente
· Estreñimiento
Los factores de riesgo incluyen el envejecimiento (el cáncer de ovario es más frecuente en mujeres de 60 años o más), antecedentes familiares de cáncer de ovario, una mutación genética hereditaria, sobrepeso, endometriosis, terapia hormonal sustitutiva y no haber estado nunca embarazada.
A primera vista, la Sra. Guay no parece una candidata probable al cáncer de ovario. Es madre, siempre ha cuidado su dieta y ha hecho ejercicio, incluso corriendo maratones, y no tenía antecedentes familiares inmediatos de cáncer. Sin embargo, las pruebas genéticas mostraron una mutación del gen BRCA, que aumenta el riesgo de desarrollar numerosos tipos de cáncer.
El vínculo genético
"Se descubrió que procedía de la familia de mi padre", dice. Ha compartido los resultados con su padre y los hijos de éste de un segundo matrimonio. Hasta ahora, una medio hermana se ha hecho la prueba y sabe que tiene la mutación genética. "Le ha cambiado la vida. Es mucho más diligente con sus citas para mamografías y sonogramas. Como al menos lo sabe, puede actuar con conocimiento de causa".
La Sra. Guay dice que si se hubiera dado cuenta antes de que era BRCA-positiva, también habría sido más proactiva. "Podría haber sido más diligente con mis propios seguimientos en lugar de limitarme a ir al médico una vez al año para hacerme un Papanicolaou y pensar que todo estaba bien".
Miami Cancer Institute ofrece una clínica de alto riesgo para pacientes con mutaciones genéticas identificadas u otros factores que las ponen en mayor riesgo de desarrollar cáncer de ovario. Esas pacientes se someten a una vigilancia activa, que puede incluir sonogramas y mamografías frecuentes (muchas mutaciones genéticas aumentan mucho el riesgo de cáncer de seno), y a una edad más temprana de la que se suele recomendar a las mujeres con bajo riesgo.
"Podemos trabajar dentro de una familia para ver si otros miembros son portadores del gen", dice el Dr. Díaz. "Además, asesoramos a estas pacientes y hablamos de cirugía para reducir el riesgo, extirpando el órgano potencialmente afectado antes de que se inicie un cáncer".
La Sra. Guay dice que el plan es que su hija de 14 años se someta a las pruebas genéticas cuando tenga 21 años o poco después. "Soy una gran defensora de las pruebas genéticas en el momento adecuado".
Opciones de tratamiento
La Sra. Guay, que vivía en Nueva York cuando fue diagnosticada por primera vez, se sometió a quimioterapia y cirugía en el Memorial Sloan Kettering. Miami Cancer Institute es el único centro oncológico de la Florida que forma parte de la Memorial Sloan Kettering Cancer Alliance, lo que ofrece un acceso único a ensayos clínicos selectos.
En 2020, la Sra. Guay había vuelto a su rutina normal de trabajar, ser madre y correr cuando volvió a sentir un nódulo en el cuello. Como se había mudado a Delray Beach, los médicos de Nueva York la refirieron a Miami Cancer Institute y pudo recibir gran parte de su atención en las instalaciones del Instituto en Plantation.
“La calidez de Miami Cancer Institute era algo que no había experimentado antes", dice la Sra. Guay. "Estábamos en el encierro total de COVID, pero siempre sentí que había alguien que me daba la mano, que me consolaba. Y el Dr. Díaz es maravilloso".
"Adoptamos un enfoque multidisciplinar para su atención", dice el Dr. Díaz. Mediante un procedimiento robótico, le extirpó un ganglio linfático de la pelvis y el tejido canceroso, y otro médico le extirpó el ganglio del cuello. Luego, la Sra. Guay recibió seis sesiones de quimioterapia.
Durante el tratamiento, completó su maestría en administración de empresas en la Universidad de Miami, un objetivo que tenía desde hacía tiempo. "Cada día es un regalo", dice. "Mi esposo fue increíble durante todo esto y juntos llegamos desde una posición de fuerza. Ambos sentíamos que íbamos a salir victoriosos".
Uso de un inhibidor de PARP para el mantenimiento
Debido a su estado BRCA, después de la quimioterapia y como régimen de mantenimiento, la Sra. Guay recibió un inhibidor de PARP, un fármaco de terapia dirigida que inhibe la capacidad de las células cancerosas para repararse a sí mismas. Durante dos años, tomó el medicamento diariamente por vía oral.
El fármaco puede tener efectos secundarios y las investigaciones han demostrado que la mayoría de las mujeres obtienen los mejores beneficios si lo toman entre 15 meses y dos años, afirma el Dr. Díaz.
La Sra. Guay seguirá sometiéndose regularmente a pruebas de imagen y seguimiento, y se ha convertido en defensora de una mayor concienciación sobre los cánceres ginecológicos.
Por su parte, el Dr. Díaz quiere que todas las mujeres estén conscientes del impacto que puede tener una vida saludable, que incluya minimizar las toxicidades ambientales como el tabaco, reducir el estrés, comer bien, hacer ejercicio y, lo que es más importante, estar en sintonía con su cuerpo.
"Queremos poder detectar el cáncer de ovario temprano, cuando es potencialmente más tratable", afirma. "Tú eres quien mejor conoce tu cuerpo. Y si sientes que no te escuchan, busca un médico que te escuche".
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